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  • jensenpaloma

La pequeña Dulce con cara regordeta

Un 18 de abril de 1983 en una mañana soleada bajo el calor de las playas con palmeras enormes verdes y frondosas, bajo hermosos paisajes de una ciudad que por sobre nombre tiene “La bella Cenicienta” había nacido la pequeña Dulce.


La joven pareja disfrutaba la bendición de convertirse en padres, un matrimonio que nació en los pasillos de un supermercado.


“No cabe duda que cuando se cierra una puerta se abre una ventana, y que la negación de poder bautizarla en el Seguro Social fue lo cambio el destino de esa niña, entonces sí, la fe de estos padres consiguió una luz en el camino , una gotita de esperanza.”

"Los doctores cada mañana revisaban los signos vitales, echaban una hojeada al archivo médico y se retiraban sin decir palabra."


Dulce con los ojos cerrados, un estomago crecido y unas manitas inflamadas de tanta aguja


Un 18 de abril de 1983 en una mañana soleada bajo el calor de las playas con palmeras enormes verdes y frondosas, bajo hermosos paisajes de una ciudad que por sobre nombre tiene “La bella Cenicienta” había nacido la pequeña Dulce. Con una calidad bienvenida fue recibida, todos querían abrazar a la tierna niña, pues por ser la primogénita la familia pasaba de la alegría, al llanto, a la emoción y de brazo en brazo con palabras de amor y cariñitos festejaban la llegada de una bebé sana fuerte y cachetona.


La pequeña Dulce con cara regordeta de sonrisa tierna con mucho pelo y muy despierta. Con el tiempo fue convirtiéndose en un bebé más fuerte, sensible y hermosa regalaba a sus padres jugueteos entre pataleadas, giros y platicas, siempre con una monada diferente.

La joven pareja disfrutaba la bendición de convertirse en padres, un matrimonio que nació en los pasillos de un supermercado. Un amor que creció en las juntas y reuniones de trabajo, sin prisa y con rapidez se enamoraron terminando en el altar con una boda alegre al son de un tango, juntos soñaban con un futuro prometedor, pero sobre todo con tener una familia grande y un hogar cálido.


Disfrutar lo maravilloso de ser padres primerizos de una muñeca de carne hueso que comía como elefante pero que dormía como un ángel. Cada día era una vivencia nueva, pues por ser la primera hija. Ellos juntos aprendían de las noches en vela, como de los primeros sonidos que parecían ser palabras o melodía para sus oídos los días pasaban entre las papillas, mamilas, pañales y los biberones.


En una tarde de viernes que parecía ser el inicio de un fin de semana común, la mamá de Dulce notó algo raro en la pequeña Dulce ya con seis meses de edad, observó el rostro de su hija apagado y sin su luz. Puso mayor atención, fue ahí cuando se percató que algo no andaba bien, pensó que talvez sería tan solo un resfriado o una infección. Ya en el consultorio del médico se enteraron que algo sucedía, algo más grave que un simple resfriado ocurría en el cuerpo de esa bebé, la temperatura alta detonaba algo grave, con un color amarillento en la niña, ya no era la bebé feliz de días pasados., pero el médico no podría dar un diagnóstico.


Fue internada de emergencia en el Seguro Social, para ser atendida y hacer los estudios clínicos necesarios, lamentablemente los médicos no sabían que le ocurría, algo grave pasaba, pero no logran determinar qué. Por consiguiente no podían dar un tratamiento, la bebé de tan solo seis meses, se encontraba postrada en una cama de hospital aislada, llena de tubos y con un estomago que cada día crecía más y más. Los doctores cada mañana revisaban los signos vitales, echaban una hojeada al archivo médico y se retiraban sin decir palabra.


Los días transcurrieron muy rápido, treinta ya hospitalizada, mientras los padres devastados con lágrimas en los ojos pedían un milagro. Una bebé de tan solo seis meses de edad con un estomago que crecía centímetro a centímetro. Mientras que la rutina del médico era medir cuando había crecido el estómago inventar posibles enfermedades o dar un falso diagnóstico, pero la verdad era que no podían detectar lo que le ocurría a la pequeña Dulce.


Días grises vivían esos jóvenes padres durmiendo en el hospital sin esperanza alguna, sintiendo el dolor en carne propia de ver como se moría lentamente su primera hija, abatidos y sin alientos en la sala del Seguro Social.


Transcurría una noche lluviosa con vientos fríos, como la noticia que recibirían los padres de Dulce, los doctores decidían desconectar a la bebé de los aparatos médicos y que el ángel que yacía en la cama de ese hospital descansara en el más allá, no había esperanza no había nada que hacer.


Los padres llenos de dolor, sufrimiento entre llanto y desgarrados por la noticia, pensaron que la vida los castigaba por algo, porque ese dolor de ver a un hijo sin esperanzas de salvarse era morir en vida. Sin poder imaginar la vida sin su retoño esta pequeña familia se desmoronaba, la muerte amenazaba con arrebatarle a su hija.


Pero la fe mueve montañas, el padre de Dulce devastado suplica que le llamen a un sacerdote para darle el último adiós a la pequeña y bautizarla según la fe católica. A lo que el servicio médico se niega rotundamente, pues dicen que en ese hospital respetan la fe, pero no la practican, por ningún motivo aceptan que el padre de la iglesia se acerque al nosocomio.


Los padres inmersos en su dolor solo quieren conforme a su fe, que Dulce sea bautizada, y así bien recibida en el cielo como lo dictaba su religión, pero los médicos se oponen a esta suplica de los pobres padres que están a punto de perder a su hija. Resignados al dolor de tener que dejar ir a su bebé, sin esperanzas sin fuerzas, sin aliento, sin ganas de vivir, los valientes padres de Dulce deciden sacarla del hospital para bautizarla.


Toman la decisión de sacarla del Seguro Social Mexicano, a lo que se oponen los directivos de la institución, amenazan con denunciar negligencia por parte de los progenitores, los doctores dicen entre murmullos amontonados en el cuarto de hospital, donde yace Dulce con los ojos cerrados un estomago crecido y unas manitas inflamadas de tanta aguja que es una locura tratar de llevarse a Dulce , ella ya no lloraba, ni se movía, además que pecados podía tener este ángel argumentaban los médicos, pedían resignación y aceptación bajo documento de que la niña moría por causas desconocidas.


Con forcejeos de enfermeras, doctores y personal del hospital entre gritos, jalones, amenazas del servicio médico, los padres sacan a Dulce de ese nosocomio que más que eso, parecía un sitio de crueldad. Deciden llevársela a otro sitio, sin saber a dónde, con la bebé en brazos entre llanto y desesperación.

Afuera los esperaba un taxi que jamás se supo porqué o cómo estaba ahí cuando se le necesitaba, el taxista se percató de la situación, al ver una madre sumergida en el dolor con su hija entre los brazos envuelta en una sábana blanca de hospital con suero en el pobre brazo de la pequeña decide ayudarlos.


Sin pensarlo, sin preguntarlo los lleva a otro hospital a una velocidad descontrolada pasándose los altos, sin respetar los señalamientos de tránsito, en el camino les daba palabras de alientos a los padres que estaban aturdidos por el dolor, mientras el taxista oraba en el camino y ofrecía palabras de aliento arribaban a ISSSTECALLI lugar encargado de otorgar y garantizar las prestaciones económicas así como servicios de seguridad social de los servidores públicos donde todos los pacientes están afiliados, sitio donde solo cierta parte de la sociedad recibe servicio, cosa que no impidió que Dulce fuera atendida ya que ni ella ni sus padres estaban afiliados.


Milagrosamente en ISSSTECALLI médicos y enfermeras reciben en la puerta del hospital a Dulce la pequeña que moría en los brazos de sus padres, con un corazón que se debilita. Lo que nunca se supo es como la estaban esperando o quien dio aviso de la emergencia, eso sigue siendo un misterio.

Inmediatamente le hacen estudios, percatándose a través de una tomografía que es un absceso hepático amebiano, este parasito se transporta a través de la sangre desde los intestinos hasta el hígado.


Requería una hepatectomía parcial es decir extirpar parte del hígado, siendo este el único órgano que puede regenerarse ,los médicos afirman que el riego de esta operación, una posibilidad en mil de sobrevivir ya que una bebé de seis meses es poco factible que resista una cirugía de esta magnitud.

Una esperanza eso obtuvieron esa tarde de miércoles los padres de Dulce, además de un sacerdote que bautizó a la pequeña teniendo padrinos de lujo, una enfermera y un médico, ahora solamente se requería a un cirujano pediatra con la experiencia en esta área, el cual no tenían.


Pero ese día los milagros llegarían uno tras otro, alguien localizo al mejor cirujano de esa época de la ciudad de Tijuana uno de nacionalidad asiática. El doctor Chong Kin quien acepta realizar la cirugía advirtiendo los riesgos y las pocas probabilidades para la pequeña bebé.


Se lleva a cabo la cirugía de ocho largas horas, mientras la familia se mantenía entre suplicas rezos, oraciones que se escuchaban por los pasillos del hospital, todos se unían en una sola voz, conocidos y desconocidos. Finalmente había concluido el trabajo del médico solo quedaba pedir un milagro y que Dulce resistiera la siguiente noche. El Dr. Dijo que la piel de la bebé era tan frágil, que no pudieron usar hilo quirúrgico como tradicionalmente se hace, se había usado un tape quirúrgico y solo quedaba esperar a que la piel se uniera por si sola.

Inexplicablemente no hubo costos por los servicios médicos, algo que agradecieron los padres, porque de no haber sido de esa manera hubieran quedado en deuda de por vida pues sin un quinto , solo tenían lo que cargaban en sus bolsillos esperanza, fe y rezos.


Al siguiente día una noche de octubre Dulce abría los ojos y daba señales de vida , esa bebé quería vivir había resistido negligencias, falsos diagnósticos, malos tratos de parte de médicos novatos, hasta llego a ser vista como una muestra para experimentar, logrando lo inimaginable lo que nadie esperaba, resistir veinticuatro horas después de la cirugía conectada a tubos y máquinas de hospital parecía que su rostro quería decir muchas cosas y sus lentos movimientos significaron ganas de vivir.


La pequeña Dulce tenia esperanza de vida , un milagro había ocurrido, algo extraordinario estaba pasando, nadie lo creía pero todos lo aplaudían, el corazón de la pequeña latía fuerte y sin parar, el color de su piel cambiaba lentamente y con ternura un ameno llanto se escuchó, los médicos asombrados daban esperanzas .

Los días pasaron sin detenerse con su fuerza imponente mientras Dulce se recuperaba en un cuarto de hospital cada día hubo más signos de recuperación, mientras un día abría sus ojos a la vida, otro pataleaba y en otro deleitaba con su llanto, dos meses bastaron y Dulce fue dada de alta.


La alegría que embargo a esos jóvenes padres no se puede describir, solo dijeron que fue un milagro de la Virgen maría, y de esas manos santas del Dr. Chong Kin.

No cabe duda que cuando se cierra una puerta se abre una ventana, y que la negación de poder bautizarla en el Seguro Social fue lo cambio el destino de esa niña, entonces sí, la fe de estos padres consiguió una luz en el camino , una gotita de esperanza.


Esta es mi historia, eso es lo que vivieron mi padres, con aquella bebé postrada en un hospital por meses sin esperanza de vida, esa soy yo, pero la fe más grande de mis papás una enorme como las montañas, fue el regalo de vida para mí , nací por segunda vez, sus oraciones y sobre todo el valor de resistir hasta el último momento fue lo que me hace hoy, estar aquí compartiéndote mi historia. Cada que toco la cicatriz que atraviesa mi estómago con más de quince centímetros de largo, recuerdo el privilegio que tengo de vivir y de llamarme María Dulce Paloma el nombre que finalmente quedo en mi acta de bautizo. Por eso y mucho más hago que cada día cuente, cada momento lo disfruto porque la vida ay que vivirla al máximo y abrazo cada instante porque la vida es bella.

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