Llevo en mi casa sesenta y cinco días sin salir (excepto ir por comida, citas médicas o cosas importantes), recuerdo perfectamente cuando empezó mi cuarentena. Me acababa de bajar de un avión proveniente de Kauai (Hawái), después de una semana muy divertida, relajada y sorprendente.
No tenía la menor idea de lo que se venía. Por esos días teníamos poca información sobre el COVID19, o al menos no ponía mucha atención sobre ese tema. Recuerdo que la noticia que sonaba por todas partes era la muerte de Kobe Bryant, ese 26 de enero me encontraba desayunando en el Hotel frente a una vista espectacular donde mi fieles compañeros cada mañana, eran una familia de pajaritos que se atrevían a subir a la mesa y un par de veces robarme el pan o chilaquiles.
Regrese a casa y como es costumbre después de un viaje, necesitaba vacaciones de las vacaciones, tengo el hábito de descansar en los siguientes días. Gozo de este beneficio desde que trabajo desde casa. Así que la primera semana de Marzo solo dormí y dormí. Reponerme de los desvelos, aeropuertos, largas caminatas, de los días donde no paras, porque no quieres dejar de ver o vivir la experiencia de esos lugares mágicos, además pues no sabes cuándo vas a volver.
Ni cuenta me di que ahí, estaba empezando mi cuarentena. Mi día comienza alrededor de las nueve, me levanto después de que la alarma haya sonado un par de veces, brinco a la regadera. Después del ritual diario en el baño, me dirijo a la cocina, bebo una botella de agua, mientras acompaño a canela (mi hija de cuatro patitas) afuera miro el patio, las montañas con su falda blanca de nieve, voy al estudio desde donde transmito el programa de radio, me siento en la computadora para organizar el show, los temas, información y secciones.
Soy locutora en Radio Activa en 101.1FM, además tengo un podcast, un canal en YouTube y genero contenido para las redes sociales. En eso se va la mañana, salgo a la una de la tarde del aire. Hago ayuno intermitente es decir no pruebo alimento por dieciséis horas, a partir de la una empieza mis horas permitidas de alimentos que son las siguientes ocho. Cocino el desayuno y planeo la comida que es alrededor de las cinco de la tarde, para la cena generalmente es algo sencillo.
Como vivo en una área silenciosa, aprovecho para salir al porche a ver las montañas, el hermosa azul del cielo, casi no pasan carros por esta zona, así que se puedo disfrutar de la vista tranquilamente. Me siento en una ciudad grande, pero silenciosa.
Para sobre llevar el aislamiento social que por cierto no me atormenta porque es bueno para escribir y crear, el libro de Alejandra Llamas «Una vida sin límites» me acompaña, habla sobre el Tao, una enseñanza china acerca del bienestar y felicidad, lo releo constantemente, al azar elijo una página cada inicio de capitulo tiene un verso y después una narrativa de la autora.
También escucho música en mi jacuzzi, puedo pasar cuatro horas metida en el agua, hago video llamadas con mis amigas y amigos que duran largas horas, hago ejercicio, me la paso buscando recetas y cocinando a lo que le llamo «experimentos’ por ser la primera vez que lo preparo, veo Netflix y escribo.
Haciendo todo esto, me siento afortunada de poder trabajar desde casa, así que por estos días dejo que la cuarentena pase, reencontrarme con mis demonios, encontrarme a mí misma, viajo en el tiempo y hago cosas.
En esta cuarentena he aprendido muchas cosas: que mi casa es mi lugar seguro, mi refugio , el espacio en el que yo me encuentro conmigo misma, que el reírse es un factor importante de convivencia, que planear tu día ayuda muchísimo y funciona para ser proactivo. También programar horas de descanso y ocio es importante.
Que cada día es una nueva oportunidad, es un día nuevo y la comunicación con tus seres queridos, amigos y colegas tiene sus encantos. Por estos días dejo que la vida pase, fluyo, celebro que estoy viva, estoy segura que ya que todo esto pase, no seré la misma habrá un antes y un después en mi vida. Así que cada día cuenta para mí. ¿Y tú como la llevas?